Fecha

08 marzo 2019

IED Milano ofrece talleres de programación gratuitos para niños, para desarrollar habilidades, estimular la creatividad y la colaboración, y promover la igualdad de género.

El IED Milán ha organizado un ciclo de encuentros para enseñar a niños y jóvenes las bases de la programación, sembrando las primeras semillas de la cultura del proyecto. Todo ello con un enfoque lúdico, porque trabajar también significa divertirse.

“No se trata solo de introducir códigos. Programar es entender cómo resolver los problemas, usar la lógica y la creatividad. Además de promover la cultura digital, aprender a programar significa difundir la igualdad de género y hacer que surjan nuevas oportunidades laborales", afirma, Giacomo Cusano, docente del IED en el curso trienal de Media Design y presidente del club milanés de Coderdojo (movimiento global con el que el IED Milán está sacando adelante desde principios del año académico y hasta el próximo mes de mayo un ciclo de laboratorios gratuitos de codificación y design thinking para chicos de 7 a 17 años).

Todo con el objetivo de acercar a los creativos y a los diseñadores del futuro –desde niños y de forma divertida– a la programación y a la cultura del proyecto, aprovechando su curiosidad y sus ganas de participar en el juego para orientar las capacidades creativas en un camino directo hacia el futuro, que resulte concreto y útil, incluso para introducirse en el mercado del trabajo. Con el consecuente resultado de alimentar a una comunidad supranacional de jóvenes interesados en la codificación y en el diseño, que en un cierto modo gira también en torno al IED y a su oferta formativa.

En las citas del ciclo de reuniones en el IED Milán (guiados por mentores voluntarios y ayudados por los estudiantes del curso de Media Design) los niños y los chicos abordan los usos de Scratch (lenguaje de programación en código abierto para crear historias, juegos y animaciones interactivas) en la ejecución de aplicaciones para móviles. También aprenden el lenguaje HTML, principios de robótica y el juego de construcción digital a través de Minecraft.

"El objetivo no es que los participantes en nuestras lecciones se conviertan sí o sí en programadores –explica Giacomo Cusano–, sino ofrecerles habilidades y competencias que van más allá. La diferencia entre jugar con un videojuego y crearlo es la misma que existe entre diseñar una cosa y vivir en ella. No se ponen elementos al azar, sino que hace falta el diseño. Se empieza con la narración de una historia, para pasar al estudio de los personajes y a la creación de los diálogos y, después, llegamos a construir un proyecto definido que solo se había imaginado.

Y es aquí donde el alumno se encuentra ante las primeras dificultades relativas a la fase de realización, que permiten aprender mucho. Nosotros estimulamos el espíritu de colaboración, haciendo que los niños y los chicos se comparen entre ellos para encontrar la solución antes de recurrir al mentor. 'Copiar' también puede ser bonito, ya que el trabajo en equipo tiene un valor específico: se trata de hacerse con una idea, incluso de otra persona, elaborarla y mejorarla. Es el principio de Scratch, por ejemplo, la comunidad en la base del trabajo de codificación que proponemos. Se trata de un enfoque nuevo en código abierto, utilizando los instrumentos realizados por otras personas y citándolas".

También se da espacio a la colaboración con empresas, precisamente para cultivar el talento y estimular la creatividad desde pequeños, acompañando y formando a los futuros diseñadores hasta su entrada en el mundo del trabajo. Una de las reuniones ha contado con Ubisoft, focalizando el laboratorio en la creación de un auténtico videojuego inspirado en la última obra creada por los estudios de desarrollo de la empresa en Toronto, Starlink: Battle for Atlas.

Es fundamental el aspecto lúdico: las actividades de formación de los Dojo (los clubs independientes presentes en todo el mundo donde se organiza el movimiento Coderdojo) rotan precisamente entorno al juego, al intercambio recíproco y al peer learning (intercambiando y aprendiendo entre iguales) según la única y fundamental regla de cada dojo: el Be Cool y el enfoque divertido hacia el "trabajo" que –no solo a los niños– puede marcar la diferencia.

Autor: Filippo Nardozza

Podría interesarte: